sábado, 31 de mayo de 2008

La felicidad.

La felicidad para mucha gente comienza con el pensamiento "Así es como las cosas deberían ser" El sufrimiento viene con el pensamiento contrario "Las cosas no deberían ser como son".

Sin embargo, solemos caer en el hábito de pensar que ya sabemos como deberían ser o no ser las cosas. Comparamos felicidad con estabilidad en lugar de aceptar la vida como un flujo constante. Nos convertimos en "psicológicamente antiguos" esperando que nada cambie, nada se mueva ni nada mejore. La estabilidad se convierte en permanencia, sin embargo lo permanente sólo es aquello que pertenece al alma. ¿Tal vez Dios también?

La alegría se agrupa con la felicidad pero esta reside directamente en los sentidos y en su mundo de relatividad y cambio. La felicidad es eterna, pero la alegría es el intento humano de proyectar la felicidad hacia un entorno flotante y alienado. En esa proyección se forman asociaciones con cosas temporales. La alegría, en su pretendida permanencia, llega simplemente a ser otra falsificación, como el placer.

La búsqueda de la gente de estabilidad externa a menudo se visualiza como un lugar fijo en la tierra, su propio hogar. Imagina este lugar como a menudo ellos lo conciben: una cabaña pintoresca junto al mar, si entrada bordeada por rosales, un césped cuidado rodeado de vistosas flores y el jardín animado por cantos de pájaros. El interior de la cabaña está confortáblemente amueblado con buenos libros, muebles y pinturas. Estos lugares suelen tener nombres idílicos, pintorescos, empalagosos... así que lo llamaremos "El rinconcito de mear". El lugar donde echar raices.

Ahora visualicemos el sueño durando... y durando... y durando. No importa lo placentero que sea ¿no hay un momento en el que dura demasiado? Diez años pueden ser suficientes, ¿y la eternidad? Cualquier alegría que encuentres en el rinconcito podría ponerse rancia; tu sueño cumplido puede convertirse más en una carga que en un disfrute. Seguramente que te encontrarás un día llorando de desesperación, "¡Por favor! ¡Alguien que me pellizque y me convezca que sigo vivo!" El aburrimiento no tiene nada que ver con la felicidad.

Lo que todo el mundo quiere es felicidad. La felicidad es una falsificación: demasiado de ella difumina el concepto propio que se tiene. Para una mente llena de cosas, la felicidad es casi miedo. La cabaña junto al mar es algo que el ego puede manejar sin esfuerzo. ¿Pero la felicidad? La felicidad requiere estar obsorto. Sólo unos pocos están en condición de ser tan felices. Necesitan el sufrimento para espolearse a una aspiración más alta.

Un pájaro, después de 20 años de vivir en una jaula, estaría temeroso de abandonarla. Con la jaula abierta el pájaro retrocedería, con pavor de un vuelo que le es natural a su condición. El hombre, en su pensamiento de absorción de la felicidad, hace frente a dos grandes retos. El primero, a su mente, la felicidad supone un gran esfuerzo energético. Segundo, el concepto de conciencia absoluta le resulta aplastante.

Si lograste un cierto nivel de refinamiento no querrás volver a vivir como el resto quienes limitan sus placeres a la mesa, su bebida y su cama. Las criaturas a cada nivel de evolución suelen ajustarse a lo que les resulta familiar. La familiaridad les da un sentido de seguridad, lo cual lleva a que la llamada a un premio mayor lo tomen con dura resistencia.

El reto principal que presenta la felicidad es el abandono del propio ego. Los seres humanos se definen en sus propios cuerpos. Piensan en sí mismos como los portadores de una determinada edad, nombre, nacionalidad, sexo o posición social. Todo esto, en realidad no nos define para nada a cada uno. En la conciencia infinita, no solo en la consciente, esto desaparece, simplemente se transforma. En esencia nada puede ser creado ni destruído.

http://spirituality.indiatimes.com

Es una de las páginas que más me impresionó cuando conocí India e iré traduciendo cosas que me apetezca.
Espero que estas visiones y reflexiones sobre la vida nos ayuden a todos un poco a encontrar nuestro propio camino.

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