domingo, 15 de enero de 2012

El segundo municipio más alto de España

Ser el más en algo te da un rango. Sólo tienes que acotar lo suficiente para que el rango sea superlativo. "Soy el más inteligente de mi habitación" y ya puedes alardear de títulos que nadie te puede rebatir.

No hace mucho fui con mi familia a Albarracín. Allí recogí una fotocopia donde recogen puntos de interés en los alrededores. Entre ellos estaba Griegos, el segundo municipio más alto de España. Quería poner las palabras justas y antes de escribir me puse a googlear. Está visto que a algunos les va la vida en esto de ser los más. Gente que pone cosas como "yo he estado en el Teide y el último pueblo, por lo menos, estaba a 1700 metros". Al final no encuentro otro pueblo más alto que Navasequilla, pero como el municipio está un poco por debajo del de Griegos, el listado de municipios queda como en el link anterior y la localidad reconocida como municipio más alto de España resulta ser Valdelinares.

Lo que llama a esta entrada dedicada a este meritorio segundo es que también lo visité hace tiempo y en buena compañía.

¿Recomiendo ir? El pueblo en sí no es espectacular y tienes que salir de todas las rutas conocidas para llegar a él. No es una población de paso. Así que las razones para ir tienen que ser disfrutar de la naturaleza, darse un paseo por la muela y respirar el aire de los pinos. La otra razón no me llegó hasta leer este panfleto. Resulta que también los entomólogos están llamados a visitar el sitio. Allí hay una "Casa de las mariposas" que recoge una colección de lepidópteros que no visité. Destacan la Graelsia Isabellae. Ahora también me explico el porqué no vi la casa: Abierto de 9 a 14 excepto festivos, y yo fui en fin de semana.


Ya tenéis dos buenas razones para ir, pero sólo para aquellos que realmente lo vayan a disfrutar. Se me ocurren un par de razones más para ir que quedan en mi agenda personal.

domingo, 8 de enero de 2012

El año que fui a México

Como cada año vuelvo a mirar atrás, a ver qué ha pasado en mi vida. Ha sido un año intenso pero transitorio. Continúo haciendo lo mismo en la misma casa, en el mismo país, con casi la misma gente. No puedo decir que sea bueno ni malo, pero ya son 4 años que dejé mi ciudad de origen para venir al norte en busca de esas oportunidades en forma de vida más cómoda.

Ya pasó el tiempo en el que no sabía a ciencia cierta la fecha en la que se iba mi compañero de piso. Vino, se fue, volvió y ahora ya está alojado. Todavía tengo recuerdos abandonados a su suerte en mi casa y llevamos casi 2 meses esperando que los acumule él mismo. Llegará el momento.

También pasó como un huracán mi relación con Colombia. Tengo una extraña amargura al no saber bien si hice bien o no en perder una fe que debía crecer en lugar de marchitarse en parte por razones externas. No vale la pena gastar esfuerzos en pensar en lo que pudo ser y no fue. Hay que mirar adelante aunque no puedo evitar echar la vista atrás y añorarlo. No dejo de sonreír, soñar y pensar en que me alegraba ver y escuchar a esa persona que fue más especial de lo que yo le hice sentir.
Más tarde vendría algún eterno desencuentro que ya por viciado de una cojera crónica decidió caer al suelo y mofarse de las miserias de la soledad.

El vaticinio del año anterior  se cumplió y sigo echando de menos a mi abuelo. No fue cosa de un año el dolor por su pérdida y mucho menos cuando las fechas de su defunción fueron tan cercanas al fin de año.

Pasó también en España el gobiernos socialista menos socialista que jamás viví. Mientras vivo la política de mi país intensamente desde la barrera, de repente un 20 de noviembre, o por mejor decir un poco después cuando empezaron a descubrirse las políticas del nuevo presidente que jamás se atrevió a decir en campaña electoral, me veo sufriendo un exilio por los próximos 8 años excepto si la necesaria revolución llega a las calles. El 15-M no fue una revolución fue un grito de desesperación. O llega la revolución en la que se rompan cristales y se hagan prisioneros o nada va a cambiar.
En este país que es el mio (el otro mio), tenemos gobierno para que una de las primeras reformas tenga que ser la jubilación a los 67. Pero ya hablaremos del gobierno.

Como no puedo incluir nada del trabajo, no diré nada. Este blog sigue comatoso, buscando su rumbo y pensando si hacer como algún navegante a bordo del Sprit y atracar de manera definitiva. Seguir con Las Tapas de mi Madre, tal vez crear un blog de viajes o definitivamente embarcarme en otros proyectos a medio hacer.

Al final me pareció el 2011 un año de transición y el 2012 se augura un año de cambios, de toma de nuevos proyectos y finalización de otros. Hay que afrontarlo con ganas y con renovadas energías si queremos subirnos al tren que está a punto de partir hacia otra parte. El calendario maya quiere cumplirse para mi y enero me está dando muchas puertas que abrir y solo dos pies para cruzarlas.

Por esas circunstancias quiso que el año 2011, como es tradición, lo renombre como "El año que me fui a México". Fue un gran viaje, una gran experiencia. Recomiendo la visita de ese país fervientemente. El viaje tuvo dos partes muy diferenciadas. La primera me dio un recorrido contra reloj por el mundo maya. Entre Mérida y Tabasco me encontré con auténticas bellezas tanto femeninas como monumentales que iré relatando. Dormir en la selva, escalar pirámides, aprender a entender un poco los restos mayas y disfrutar de la rica gastronomía son cosas que me son propias. En mi recorrido por el centro la cosa fue diferente. En esos lugares me sentí más cómodo con la gente. Me propuse no poner nombres tras una experiencia pasada así que los inolvidables momentos de Guadalajara mi ya amiga por 4 años y su familia me dieron esa compañía que tanto me faltó en el sur y me llenaron el corazón. Mencionar el extraño encuentro en la estación de autobús de San Miguel de Allende o aquella noche en la que si me hubieran dado la oportunidad hubiera dormido en un Cybercafé. Ni puedo borrar de mi mente la alegría de la niña esa noche ni la mirada de la madre. Ya en DF conocí a la familia de amigos de Zaragoza. Fueron los últimos días especiales, con la morriña de echar de menos el país sumada a lo bien que me trataron los anfitriones y su hija, una de las cabezas más desconcertantes que me encontré en todo el año. Todas estas personas ya ocupan un lugar en mi recuerdo y espero verlas en el futuro. No estuvieron lo suficientemente presentes como para cambiar el devenir de mi vida pero han conseguido que este año sea un poco más especial. Gracias a México y a sus gentes.

Quería añadir un corolario. Hay varios propósitos de año, pero mi año empezará junto con el año chino porque me iré a Asia en febrero. Este año el blog tiene que superar el número de entradas del anterior aunque sólo cuente cosas de viajes. Hay otros propósitos, pero tal vez den lugar a otra entrada.