martes, 29 de julio de 2008

Totalmente de acuerdo

Estoy leyendo Ambigüedad de Elliot Pearlman y justo ayer leía esto:

"En el siglo XIX algunos pensadores dijeron que, como colorario del contrato social implícito entre los individuos y la sociedad para el beneficio mutuo, el Estado debía tener mayor responsabilidad en el bienestar económico de los ciudadanos. ¡Muy buena idea¡ Pero ¿qué sucede? Se lleva la idea al extremo. Mayor responsabilidad se transofrma en responsabilidad total y control total por parte del Estado de la actividad económica. Esta transformación tiene lugar en Rusia y China, y millones de personas son encarceladas o mueren a causa de ella. En el siglo siguiente acaba tiranizada la mitad del planeta. Los que se oponen a ella son asesinados, recluidos en prisiones o tachados de dementes. Cuando finalmente la transformación está tan desacreditada que hasta la abandonan sus defensores, vemos que triunfa arrolladoramente el polo opuesto y emerge una nueva tiranía. La responsabilidad total por parte del Estado en el bienestar económico de los individuos se reduce, no a una responsabilidad parcial, si no a una responsabilidad nula. Un extremo da paso a otro extremo, a una nueva locura, llamada neoliberalismo o, eufemísticamente, globalización, una locura que insiste en que el Estado no debe interferir en el en el funcionamiento salvaje del mercado. Cualquier discurso sobre el bien común se considera intelectualmente sospechoso, como el producto de unas mentes trastornadas."

Se me ocurren muchas cosas que añadir. Justo el día siguiente encuentro este documento. Es un video brillante. Mejor verlo que ponerme a hablar de algo que esta presentación ha resumido y que comparto al 200%




Disminuir el consumo, ignorar el marketing hasta donde se pueda, forzar la disminución de la rotación de stock (así me lo enseñaron en la carrera) Podemos formar parte de los que, a los 6 meses, conservan el 50% de lo consumido. Me ha costado una dura discusión con Kristiane, pero creo que están por delante los valores personales que los de mercado o moda.

sábado, 5 de julio de 2008

Cocina India

Antes de empezar, decir que voy a poner recetas en la página de recetas que hay a la derecha o pinchando el link.

La cocina india es tan rica y variada como la historia de su civilización. India tiene la segunda tierra más fértil del mundo y ya desde antiguo la ruta de la seda transportaba especias y plantas aromáticas que suponían en occidente una demostración de opulencia. Un plato guisado con pimienta era una delicatessen sólo permisible en los hogares más ricos de las ciudades. Los embutidos curados con pimienta es un invento relativamente reciente en nuestra cultura.

La abundancia y variedad de productos no podrían haberse combinado mejor en manos de culturas tan pegadas a los sentidos como las que coexisten en esa tierra. La mezcla de colores, sabores y texturas de un plato indio es una verdadera fiesta de los sentidos, y parte de ello lo podéis ver en el blog De Capone A... donde comenté un restaurante en Mumbai.


La cocina India se basa en sus especias que Se trituran para hacer masalas, mezclas aromáticas preparadas. Las masalas varían mucho de un restaurante a otro. Un mismo masala puede saber diferente en el momento en que cambias una pequeña porción de la proporción, por lo que no me atrevería a decir que hay realmente recetas fijas sobre cómo elaborar estas mezclas. El masala más conocido en Europa es el curry, que consiste en una salsa en la que se pueden mezclar cilantro, cúrcuma, clavo, entre otros por lo que el sabor que aporta a los platos es realmente intenso. El curry no sólo es usado en platos de carne o arroz, sino que también puede mezclarse por ejemplo con yogur o con azúcar y generar innumerables salsas para cualquier plato.

Los platos indios ofrecen sabores ligeros a azafrán, nuez moscada y por supuesto a curry, o fuertes a cilantro, pimienta y pimentón. Para cocinar usan las especias ya comentadas y, más que freir, cuecen en grasas suaves o cremas lácteas (yogurt si preferís).


El arroz es el pilar más importantes de la cocina de este país, usando variedades de basmati. A partir nos encontramos con una variedad infinita de posibilidades. No sólo porque en un mismo plato podamos llegar a degustar hasta 25 especias diferentes con todo lo que conlleva de aroma y sabor, si no porque los diferentes grupos étnicos han aportado su granito de arena a la diversidad gastronómica.

Los musulmanes no pueden comer cerdo, los hindúes no pueden comer ternera, en el sur tienen una amplia variedad de pescados y cocinan con coco, los budistas son vegetarianos, e incluso alguna rama del budismo prohibe el consumo de vegetales que hayan crecido bajo tierra (patatas, zanahorias, cebollas...) lo cual me impactó porque siempre creí a Arguiñano cuando, en uno de sus programas, aseguró que nunca había oído una cocina en el mundo que no usara cebolla. Me duele que la palabra de Arguiñano hablando de cocina no sea como la del Papa hablando de Dios (o igual sí uhmmmm)

Algunos de los entrantes más populares son las “dosa” (la foto con la cosa alargada), una torta crujiente que se sirve con patatas u otra guarnición y que hay que despedazar con los dedos para comer arrebañando el plato. Otra posibilidad es la “samosa”, una empanadilla rellena de carne o verdura. Recuerdo también el Masala dosa que era como unas tortas especiadas de lentejas y arroz. Las lentejas es otro de los elementos destacados de la cocina India. No son tan gruesas como las pardinas españolas, si no como más laminadas y, si las cueces demasiado enseguida se queda una masa que recuerda a un puré. Tambien hay un montón de acompañamientos a base de guisantes.

Postres... no probé muchos o todos eran muy occidentalizados. Recuerdo los
Lassi de frutas, que son como batidos con la leche ligeramente fermentada. Deliciosos. Tal vez deba decir que no es occidental, si no que me recuerda a algunos de los postres que he visto en restaurantes turcos o árabes. Para finalizar siempre había la posibilidad de tomar un Chai (leche especiada con su masala generalmente a base de clavo, canela y nuez moscada) y acabar comiendo un Pan, que era una hoja de un árbol en la que añadían cal, anís, comino y otras especias que desconozco, a veces caramelizadas, y que realmente ayuda a hacer la digestión y su precio es ridículo.

Siempre cuando se viaja a India recomiendan no comer nada en los puestos callejeros para evitar tener disentería. Yo no puede evitarlo. Lo primero que me invitaron eran unas galletitas en forma de canica gorda que el tendero rompía con el pulgar y vertía un líquido dentro con alguna verdura. Te daban la opción de más o menos especiada. Todo un riesgo pero me han dicho que es típico de Mumbai. No está malo pero, repito, es un riesgo higiénico. La segunda cosa que tomé y esto sí que recomiendo arriesgarse, es zumo de caña de azúcar. Hay puestos con techumbre de caña que tienen una prensadora. Esta prensadora saca el zumo y está realmente delicioso, sobretodo si le han puedo un poco de hielo picado. Luego ya me atrevía a pedir Pan si me venía bien tras haber comido.

Voy a ir dejando alguna receta en Las tapas de mi madre.

En lo que se refiere a beber en India... No hay muchas elecciones. A partir de las 12 está prohibida la venta de alcohol salvo que solicites un derecho en la aduana que tienes que pagar y el consumo de alcohol en la calle está penado con la carcel. El precio de una cerveza es 5 veces el de la comida. Tuvimos la suerte de probar la
Cobra, que también está disponible en Europa, y que me pareció excelente. Una cerveza que se acerca mucho a las cervezas naturales: ácida y con cierto poso. El resto de alcoholes que llegamos a probar, o eran occidentales o no valían la pena salvo el Chenin Blanc al que ya hice referencia en De Capone A... ese vino era muy bueno y de fabricación indígena. Habrá que ir descubriendo más productos de esta uva.
Volviendo a las cervezas, la
Royal Challenge es penosa, y en la Cobra, nos llamo la atención una nota en inglés que decía que esa cerveza estaba disponible sólo en esa región. Al parecer como cada región tiene sus tasas, tienen que incluir a qué zona va cada botella.