jueves, 24 de febrero de 2011

Fin de semana en Londres (X) Cambio de guardia

Era el último día. Dejar la maleta en un cuartucho del que, curiosamente, perdieron el número, y me hicieron hacer una descripción del contenido cuando me fui.

Bajé, desayuné. Otra vez temprano, incluso para una ciudad como Londres, así que decidí ir a desayunar los famosos grandes almacenes Harrods. El supermercado en sí abre a las 10 y me habían comentado que hay un sitio donde pones el pie y, por tu pisada, te recomendaban la zapatilla más adecuada. Me había presentado allí antes de las 9 y quería ver la National Gallery, así que esperé un poco en la puerta trasera donde tienen una cafetería y una pastelería. Me animé por la cafetería y luego me di cuenta que el precio es bastante parecido así que si repito me iré a la pastelería a desayunar.
Ángulo de los grandes almacenes. Bonitos escaparates y más atractiva música.
De ahí a la National Gallery. Hace tanto tiempo que no iba que algunos cuadros los tenía descolocados, por ejemplo, la Madonna de las Rocas de Leonardo pensé haberla visto en Munich, pero no, fue aquí. No me vino mal el refresco, pero eso sí, un poco corrido porque 45 minutos después salí hacia el palacio de la reina para ver el cambio de la guardia aunque luego volviera hasta la hora de partir. Para más inri, había otra exposición de pintura flamenca que añadir a la vista recientemente.
Curiosa botella a la entrada de la National Gallery

Antes de entrar en el museo pregunté a un policía a qué hora era el cambio de la guardia. Además ya sabía que el lunes se realizaba porque el sábado pregunté en la oficina de turismo. En invierno no se hace el cambio todos los días, al contrario que en verano. Me presenté a las 10:55 y ya había empezado.
Paseando me sorprendió la cantidad de ciclista que antes no había.

También me sorprendió el semáforo para caballos entre Buckinham Palace y Harrods

Estando allí me evocaron muchas imágenes pero me pregunto si será de haberlo visto en algún vídeo o si realmente había estado ya allí. La cosa es que me sonaba y estaba todo llenísimo de gente lo cual me generó un poco de incomodidad. Llegué a la conclusión de que hay que venir antes para coger sitio y para ver entrar a los guardias. Después de eso paciencia. Mientras soldados con diferentes detalles en el sombrero para diferenciar las diferentes guardias a las que pertenecen pasean por el patio, una banda toca temas variados de música. También melodías modernas. Al final una hora de ver soldados paseando de un lado para otro.

 
Primeras tropas en irse

Los músicos de la caballería

Camino del edificio de la Common Wealth

Y el camión de la basura preparado para salir detrás de los caballos.

Luego se retiran 2 columnas sobre las 11:40. Creo que este es el mejor momento para los primeros planos. La primera en salir va por la puerta de St.James Park. La segunda formada por infantería y caballería van hacia el edificio de la Common Wealth donde hace otro cambio de guardia en pequeño y más breve. En este me quedé hasta la salida de la caballería hacia Horse Guard.
El par de fotos del cambio de la guardia en el edificio de la Common Wealth, sin tanta gente y con la carretera por el medio.

viernes, 18 de febrero de 2011

Fin de semana en Londres (IX) Paseo nocturno

Al regreso de Oxford faltaban menos de 24 horas para volver a Bélgica. Tenía que conseguir postales y programas de cine para la colección de mi padre, como ya viene siendo tradición en todos mis viajes. Di una vuelta por los cines del centro que ya me eran más o menos conocidos y que todavía perduraban a los cambios de los últimos años. El último estaba cerca del hostal y no lejos de Trafalgar Square.

Fuente de Trafalgar Square

Vista de la columna de Nelson mirando a los héroes de la derrota española.

Al ver la hora decidí acercarme al London Eye. Recuerdo que en mi última visita estaban empezando las obras del pabellón O2 que por entonces se llamaba Millemnium Dome y que ya se hablaba de esta gigantesca noria.

Me acerqué y no tomé nota del precio, pero ya en la web, con descuento, piden 31,5 libras. Tal vez para cuando no tenga que pagar ventanas.

Estuve un buen rato buscando el ángulo justo hasta que llegué a la conclusión de que debía ser en un punto alto que no podía acceder salvo que subiera a esa farola.

De ahí seguí caminando por la orilla del Támesis hasta el parlamento británico. Paré un momento en el viejo ayuntamiento y me di cuenta de que han hecho un museo del cine. Yo solía ir al MOMI (ya cerrado) cerca de la estación de Waterloo y nunca visité este. Aún descubrí otro museo del cine en la web. Me sorprendió que en los bajos hayan instalado un McDonalds y un salón de juegos pero una vez vendido el antiguo ayuntamiento a inversores privados, cualquier cosa es posible.

Blogger no me deja poner esta imagen de fondo porque dice que es muy grande :(

Se levantó demasiado aire y me retiré. Había que evitar que los 2 grados que llegaba a hacer por la noche me resfriaran.

lunes, 14 de febrero de 2011

San Metodio y San Cirilo

En un día como hoy en que se celebra el día de los patrones de Europa, me viene a la cabeza lo que me dijo una amiga colombiana. "Nosotros celebramos en septiembre el día del amor y la amistad. Todo junto. Ese día salimos todos a celebrarlo con los amigos para decirles que estamos ahí."
Por una Europa hermanada, vuelvo a celebrar el día de San Cirilo y San Metodio

domingo, 13 de febrero de 2011

Fin de semana en Londres (VIII) Oxford

Tras un tiempo que parecía perdido en Reading me encaminé hasta Oxford. El billete me debió costar 23 libras pero el que me lo vendió no se debió fiar de que volviera a la misma estación de la que partía y me vendió uno de 25 que me daba acceso a toda la zona 1 a mi regreso.
Los billetes en Inglaterra son como en Alemania: te dan derecho a bajarte en mitad del trayecto, si quieres, sin necesidad de pagar nada extra. La única dificultad es que tienes que ir al revisor que esté en la puerta porque los tornos no reconocen tu billete si bajas en cualquier parada intermedia.
No sé si es la facultad de ciencias o el colegio de St.Peter, pero es uno de los primeros edificios interesantes que me encontré.

Llegué a Oxford y en la oficina de turismo de la misma estación están usando los mapas de la compañía de autobuses turísticos para enseñarte la ciudad, así que sale muy económico pedirlos. La explicación es exigua así que, si tenéis el ánimo, mejor dirigirse a la oficina del centro en la torre Carfax, torre de la antigua iglesia de San Martín reconstruída y cuyos 99 escalones se pueden subir por 2,20 libras. Como el día no era muy luminoso me ahorré la ascensión.
El escaner no me va con Linux por ahora (sigo investigando) no puedo incluir por ahora el mapa de la ciudad.
Magdalen College. Unos minutos más tarde saldrían niños de uniforme pero esas fotos salieron movidas.

Pasear por esta ciudad estudiantil es agradable. Se ve vidilla, muchos turistas y un ambiente tipo Harry Potter llama a los más jóvenes.
Fui haciendo el recorrido del autobús salvo la incursión por New Inn Hall Street que me llevaría a descubrir cerca de Brewer Street la cervecería que ya comenté anteriormente.
Agrandad esta imagen ya que la panorámica de la pradera de la iglesia me ha salido bien.

De ahí recorrí los jardines de Christ Church Meadow hasta el Madalen College que está entre los que más me gustaron. De este college estaban saliendo unos niños con el típico atuendo de estudiante universitario, y eso en domingo. Luego a comer en The White Horse y vuelta a empezar el circuito del autobús. Después de hacerlo recomendaría ignorar la parte de Woodstock Road ya que no aporta mucho. El último College que recomendaría es el Keble College.

En el Keble College te dejan ver el patio interior. Lástima que esta panorámica no haya salido tan bien como la otra.

El lugar donde realmente me explayé fue en la biblioteca. Antes de entrar me paseé por la exposición sobre la familia de Mary Shelley que resultó de lo más ilustrativa sobre cómo aquella mujer llegó a escribir Frankenstein.
Giño personal a un amigo que sacó la misma foto varios años antes. De entre todas las puertas ambos elegimos astronomía y retórica.

Entré y me ofrecieron una visita corta u otra larga. Me decidí por la que primero saliera y era la corta por un valor de 6,50 libras. Estuvimos esperando en la entrada que resultó ser el sitio que usan en Harry Potter como hospital.

Visión general de la cúpula de la entrada.

El director de la biblioteca recibía en el lambrequín de su escudo de armas un libro. Agrandad la imagen y vedlo. Le pregunté al guía por el nombre de este sujeto para añadirlo a este blog pero no fue capaz de repetirlo.

A partir de aquí un señor que dijo ser secretario de algo nos hizo de cicerón a lo largo del trayecto. Creo que recordar que me dijeron en Cambridge que ellos recibían un ejemplar de cada cosa que se publica en el Reino Unido, pues estos no son menos y claman ser el mayor archivo de todo el país. Entre las cosas que me llamaron más la atención están las estanterías y la explicación de que, antiguamente, se guardaban los libros por tamaño y no por las catalogaciones que conocemos hoy en día ni nada semejante. En una sala vimos un atrio para juicios internos de la Universidad y, al parecer, fue una gran concesión poder realizar estos juicios. Hicieron referencia a la quema de libros pro católicos, a la adquisición de libros e incunables anteriores a la existencia de la Universidad y de bastantes temas más. Si encuentro la propaganda del lugar tal vez haga una entrada a parte que señalizaré convenientemente.
Visión de la biblioteca. Por internet hay fotos más encuadradas pero quise añadir la torre.
Me gustó este ejemplo de barroco incluyendo columnas de todos los estilos clásicos.

Como conclusión me quedé un poco decepcionado por no poder acceder a los colleges, pero reconozco que fui demasiado afortunado cuando fui a Cambridge, así que de una manera totalmente arbitraria yo soy más de Cambridge que de Oxford.

sábado, 12 de febrero de 2011

México, Texas

Desde hace un mes que leí este artículo quería transcribirlo para un par de personas nacidas en los lugares referidos en el mismo y que no escriben como yo escribo. Se me antoja menester, y dada la ley Sinde que no sé si me es aplicable, decir que si nos atenemos al prólogo del libro la obra tiene carácter divulgativo y no nació con ánimo de ganar un dinero que suponía ya pagado en cada uno de los artículos y me permito extender el espíritu de un autor ya fallecido lamentablemente.

México, Texas

Ayer -e importa poco cuándo fue ayer, porque es diario- oí a un locutor de televisión hablar de la frontera entre México y Texas, pronunciados ambos vocablos así, con ks. Más sorprendente aún: cantantes hispanos disfrazados de charros aparecen -¿aparecían?- en la pantalla con su mariachis entonando loores a "Meksico lindo". Es el fetichismo, la adoración de la letra, de que habló el gran lingüista venezolano Ángel Rosenblat.

Urge poner remedio a ese grave desaguisado fonético, propagado cada día por las ondas como grave testimonio de incultura nacional. México y Texas se pronuncian con j, queridos locutores, admirados cantantes. El error no es sólo nuestro: de esa tenaz x de México (que seducía a Valle-Inclán) y mexicano se han quejado en muchos países de Hispanoamérica. En 1936, ante el desorden, la Academia Argentina de Letras -lo cuenta Capdevila-pidió dictamen al ilustre Alfonso Reyes,
el cual, en breve nota, reiteró lo que ya la Academia conocía y todos debían saber. Los españoles conquistadores oían a los indígenas llamarse meshica (la sh equivale aquí próximamente a ese diagrama inglés, a la ch francesa, a la x, ix catalanas y a la x gallega). Era así también como sonaba la x en las voces patrimoniales castellanas del xvi (dixe, exe), y, por tanto, la transcripción México {= Méshico) se impuso.

Pero esa sh evolucionó pronto en todo el dominio castellano, Ultramar incluido, a j, y la letra x permaneció representando el nuevo sonido. Por donde México sonó enseguida Méjico. A la vez, entraban en el idioma numerosos cultismos (examen, éxito, existir), también con x, pero pronunciada a la latina, ks (o más relajadamente gs e incluso s, como ahora). De ese modo, x correspondía a fonemas distintos: j por un lado, y el grupo ks, con realizaciones variables, por otro. Tal posibilidad perturbó a los gramáticos, los cuales le dieron diversas soluciones, hasta llegar a la octava edición de la Ortografía académica (1815), que estableció la situación actual: j siempre que pronunciemos el sonido uvular; x, para las voces no patrimoniales, cultismos a los que no afectó el cambio de x a sh y a j (axila, nexo, laxo). Aunque se produjeron dobletes como anexo-anejo. Algunos cultismos, con todo, habían sido arrebatados por la confusión, y lujo, a pesar de su origen y de la
Academia, se pronunció y escribió así, y no luxo.

A complejo le sucedió otro tanto. Varias palabras que se habían pasado también a la j, como convejo, ortodojo, heterodojia, patrocinadas por Unamuno, regresaron al redil latino con alguna resistencia. «No hay forma -escribía en 1867 el ilustre colombiano Cuervo- de que los estudiantes pronuncien plexo en vez de plejo. »
Práxedes, nombre de una santa, se quedó allí como Prajedes o Prajedis; entre nosotros, se limitó extravagantemente a hacerse masculino y esdrújulo.

Todo esto sucedió también en Méjico, como dijimos: la j y la x se repartieron fonética y ortográficamente igual que aquí. Sólo se resistieron en la escritura el nombre de la nación, el del gentilicio y el de algunos topónimos, que se quedaron con su x en desacuerdo con la pronunciación. Y así siguen las cosas. ¿Por qué? «Por curioso accidente histórico, se ha creado en torno a la conservación de la grafía x (aunque siempre pronunciándola como j, en lo que todos están de acuerdo en mi país), un complejo de nacionalismo, que hace sentir a la opinión general que es más patriótico escribir México que Méjico, como si la conservación de la vieja ortografía robusteciera el sentimiento de la independencia nacional», escribía Reyes en el mencionado informe.

Sobre el sentido de ese «complejo de nacionalismo» es más preciso Rosenblat: «Parece que en Méjico se ha hecho de la x bandera de izquierdismo, y que, en cambio, la j es signo de espíritu conservador o arcaizante». Comenta lo rara que resulta esa encarnación de lo progresista en lo vetusto, y añade: «Que mis amigos izquierdistas de Méjico, cuya fe en el progreso social y en la habilitación de lo indígena comparto plenamente, me perdonen esta intromisión en un problema que les llega tan al alma. Pero la conservación de la x de México es un caso claro de fetichismo de la letra».

No hagamos de ello cuestión: ya Unamuno se encorajinó por todos con esa «equis intrusa» que tanto perturba en el territorio hispanohablante. Respetemos en los mejicanos su prurito ortográfico, tan selectivo que no alcanza a Jalapa, Juárez, Guanajuato y Guadalajara. Entre nosotros, parece manía aristocratizante de los Xiquena, Xavier, Ximénez o Mexía. «Podemos, por deferencia especial, escribir México -afirma Rosenblat- como quieren los mexicanos. Pero también podemos, sin faltarle al respeto a nadie, escribir tranquilamente Méjico, mejicano, para evitar la pronunciación falsa de ks, que está cundiendo aun entre mucha gente culta.»,La Academia, neutralísima, reconoció en 1959 ambas grafías.

Lo que importa es que nadie pronuncie Méksico ni meksicano, y, por las mismas razones, ni Teksas ni teksano. Por lo menos, que no se falle en esto. En otros vocablos, la cuestión resulta ardua y propicia al error. Hace pocos años, un diplomático y escritor nuestro asistió a una recepción oficial en que un ministro de aquella nación le preguntó amablemente por sus proyectos de viaje. «De aquí, quiero ir a Oaxaca», le contestó. Violenta indignación del ministro: siempre ajenos los españoles a las cosas de América. «¡Se pronuncia Guajaca!» (como, en efecto, escribían los viejos mapas, los antiguos historiadores y geógrafos). El diplomático dejó pasar el vendaval, y luego, como no queriendo la cosa, dejó caer al político mejicano: «Parece importante la próxima entrevista de los Presidentes Echevarría y Nijon».

Todo acabó como es preciso que, con x por medio o j, acaben las cosas entre españoles y mejicanos: con un noble apretón de manos.

sábado, 5 de febrero de 2011

Fin de semana en Londres (VII) Pre Oxford

Y entre cerveza y cerveza pensando qué hacer al día siguiente. Mi mente navegó por la posibilidad de ir a Stonhenge o ir a Reading a ver el lugar natal de Mike Oldfield. Al final dejé todo a la mañana del día siguiente.
Me levanté con el día Reading así que me embarqué hacia ese destino, pero con llegada en Oxford, que está en la misma línea.
Foto de la línea Londres - Heredfordshire.


Hergest Ridge fue el primer disco que Mike Oldfield preparó en Heredfordshire. Ahora veo más claro que el hecho de que esta línea de tren fuera en esa dirección facilitó la elección del estudio allí.


Llegué a Reading. No hay nada que ver. Busqué un sitio con internet: nada. No hay oficina de turismo. El centro está ocupado por una avenida comercial y un centro comercial que lo atraviesa hasta las orillas del Támesis. Tal vez en primavera esté bien pero en este tiempo, con los árboles desangelados, da un ambiente de tristeza e industrialización. Caminé un poco y vi los restos de una abadía y, justo en medio de lo que debieron ser las dependencias, un enorme edificio de oficinas.

Puerta de entrada a lo que queda de la abadía.

Pensé por un momento lo que me solucionó la papeleta otras veces, el preguntarle a los taxistas si me pueden llevar, al fin y al cabo es un hombre prominente de esta localidad. Vuelvo hacia la estación y en la fila 4 taxistas. El primero, un sid 2 veces mi tamaño, y no precisamente por lo alto. Los otros 3 eran indios o pakistaníes. Pregunté uno a uno y ninguno me supo responder. Estos señores tal vez me pudieran hablar de la historia de Reading de los últimos 10 ó 20 años, pero no más.
Ayuntamiento de Reading

Desistí y me fui a Oxford. Otra vez será.

Fin de semana en Londres (VI) Cervezas

Después de dar la vuelta por los mercados aún nos juntamos con más gente y terminamos en un pub junto a Oxford Street, probablemente por su ubicación yo diría que era "The Old Explorer"

En los concursos internacionales de cervezas hay varias categorías, hay una para las cervezas belgas, otra para las lager, las ale... no podía ir a Inglaterra y pedir una cerveza que pudiera repetir en Bruselas, así que nos fuimos a por las locales.

Esta cerveza tenía una complejidad de sabores que hacía disfrutar de los sorbos cortos.

Las cervezas inglesas son famosas por no tener presión y tienen que tirar varias veces de la manivela para que la pompa empuje la cerveza. También son cervezas que se toman a temperatura ambiente y que se recomienda no dejar enfriar ni que se le vaya demasiada espuma ya que tiene poca.

La cerveza del lugar. Pregunté a la camarera por una recomendación y un cliente apoyado en barra, no sé si por mantener el equilibrio o por cansancio, me recomendó esta entre las varias opciones. Recomendable con gran presencia del lúpulo.

Me llamó la atención cruzarme con varios pubs con una pegatina distintiva de la guía de la cerveza del 2010. Ahora me pena no haber tomado nota. Este establecimiento tenía la pegatina.
Al día siguiente, en Oxford, volví a ver otro pub con el adhesivo y comí allí. Muy recomendable. Me tomé un estofado de la casa que estaba rico. El nombre es The white horse y es una de esas micro cervecerías que se reparten a lo largo de toda Inglaterra. El nombre hace referencia a un famoso caballo de la vecina localidad de Uffington que no fui a visitar esta vez.

Me encantó descubrir accidentalmente esta microcervecería.