miércoles, 10 de noviembre de 2010

Psicológicamente exhausto

Ya lo advertía en la anterior entrada y en esta se confirma. Estoy exhausto. Agotado. el sueño no termina de alcanzar esa función zen de la que se habla y me despierto con cualquier ruido. Ahora pensad lo que es que haya viento estos días. No sólo eso: el día que tuvo lugar el segundo robo oí como unos golpes a las 4 de la mañana. Me levanté y vi la ventana del salón abierta, así que pensé que era la corriente. Estaba dispuesto a coger el cuchillo de cocina y rajar a todo lo que se moviera, pero era solo la ventana, o eso creí yo y salvó a los ladrones de ser delatados y de haberse llevado alguna cuchillada.
En este estado de inseguridad la soledad pesa mucho y pensé que igual merecía la pena ceder en algunos requisitos por tener compañía fiel. Esto ya es demasiado pensar y el remolino de ideas no lleva a ninguna cosa buena si no está organizado. Con el remolino dando vueltas en mi cabeza nada mejor que unas horas de videojuego y otras de trabajo para no pensar, abusar de esas drogas basadas en pantallas de ordenador humeantes.
¿Cómo se sale de esas adicciones? La respuesta es fácil, con mucho esfuerzo y dedicación aderezada con calvario y automortificación. Dispuesto estaba yo en estas propuestas pensando hacer kilómetros de cinta en el gimnasio cuando ha caído el mazazo número X que te hunde. Como diría mi primo, vino el hombre del mazo y se te subió a la chepa.

Ha muerto mi abuelo.
Los mas cercanos a mi sabíais cómo le quería. Aún a 1400 kilómetros abrazo su inerte cuerpo y mueren mis manos de un frío exotermo, como si el tuétano fuera carámbanos de pena que no dejan más que rigor en mis carnes. Estoy exhausto pero saber que este blog va a llevar mis palabras a quienes hoy no he llamado me anima a pulsar una nueva tecla. Casi no me queda aliento para revitalizar el aterimiento de mis falanges y cada lágrima cae en copo de nieve sobre el negro teclado. Me siento morir porque algo grande de mi ha muerto.

Descanse en paz.

1 comentario:

Lucia dijo...

Jorge, siento tanto lo de tu abuelo. No hagas caso de los comentarios de ánimo, necesitas tu duelo, llora y rememoralo. Es la mejor cura para un alma rota. Un abrazo enorme