sábado, 13 de febrero de 2010

Aragoneses por el mundo, segunda parte

¿Porqué empezar por la segunda parte? Porque es lo primero que hemos grabado.

Ayer empezamos a grabar Aragoneses por el mundo. Álvaro y Raúl venían con la cámara atravesando Astrid Plein a las cuatro y cuarto más o menos para encontrarnos en el museo del diamante. De ahí fuimos a Grote Markt, lugar donde grabamos lo que, de momento, será la penúltima entrada. Conté la leyenda del nombre de la ciudad de Amberes y lo que me gusta y no me gusta de aquí. No he de negar que me corté un poco y evité hacer comentarios sobre la locura de la gente, tal y como hice anteriormente en este blog. De hecho, me estoy preguntando, si no me estoy volviendo un poco loco yo también. Tras mi viajecito por tierras malacitanas vuelve la sempiterna pregunta de ¿qué hago yo aquí?
Sí, sí. Hablaré sobre ese viaje algún día. De momento agradecer a Rebecca la única foto que tengo de mi periodo en la Universidad de Hertford y demostrarle mi más sincera gratitud por el tiempo que me acogió en su casa.
Volviendo a los aragoneses, de ahí pasamos al mítico bar Kulminator. No confesaré el número de cervezas que nos tomamos, pero he de decir que todas fueron del año y no hubo ninguna botella excepcional. Se agradeció ese momento de calor, de cerveza, de partida de ajedrez y las risas compartidas con un tarraconense que se sentó a nuestro lado.


El resto, cuando salga editado en la televisión.

1 comentario:

Lorena dijo...

Me alegra enormemente que les hayas llevado al Kulminator... guardo muy grato recuerdo de él.
Cuando lo vea por la tele pensaré que un cachito de mí sigue por alli...
Mil besos