domingo, 6 de septiembre de 2009

Festival de la cerveza

Ayer pretendía actualizar mi blog contando las maravillas del festival de la cerveza de Bruselas, pero hoy me encuentro con un gusano en mi ordenador. Cuatro horas después he logrado deshacerme de él y quiero descargar las fotos que hice con mi teléfono, así que llevo 2 horas descargando archivos del CD de instalación pero no parece que termine de funcionar porque todas las carpetas están vacías, así que vamos con el reporte a pelo y luego veremos si puedo meter las fotos.
no terminaré porque planeo ir a 'Tarchief, restaurante que abren en Hombeek.
Al final las imágenes las tendré que colgar más tarde porque tengo que contar el sábado.

El Fin de semana de la cerveza de Bruselas se celebra anualmente y es cita obligada de los amantes de la cerveza. Sólo fui el sábado y ya por la tarde. Voy a destacar dos cervezas. Por una parte la Afflingen Trippel del 2008 que ha ganado la medalla de oro en el campeonato mundial de cervezas en la sección de triple fermentación. Han logrado una cerveza con muchos matices y realmente rica. La otra es la cerveza de temporada de St.Feuillen. Una cerveza rica y fresca que conserva mucho sabor al cereal. Muy recomendable.
Pasé la primera cerveza sin compañía de conocidos, porque en ese lugar se puede pasar solo algún rato pero si quieres hablar terminas hablando. Todo el mundo va de muy buen rollo y todavía no me he topado con ninguna pelea. Creo que ahí se distingue la diferencia entre el bebedor borracho y el bebedor que disfruta.
Esta vez me encontré con una curiosa pareja que había venido desde Ulverston, lugar de nacimiento de Stan Laurel. Me comentó que había un bar donde a cada cerveza le han puesto el nombre de una película del flaco. Estuvimos charlando de cine y cervezas un rato y luego ya encontré algún conocido.




Había que volver. Tenía planes en Amberes que no llegarían a realizarse pero no lo sabía. Cogí el tren y, como le sucede a todo hijo de vecino incluído Josel3, cuando se vuelve de Bruselas en el tren te puede pasar de todo.
En este caso un grupito de chicos y chicas blancos tuvieron sus más y sus menos con un grupito de chicos negros. En un momento veo como se encorren por el pasillo de mi vagón y comienza la disputa justo en la puerta de salida junto a mi asiento. Se abren las puertas en Vilvoorde y uno de los negros echa spray pimienta sobre los ojos de uno de los chicos y el hombre que estaba a su espalda. El chico se llevó las manos a los ojos y trató de salir de ahí. Ninguno de sus compañeros trató de parar a los negros y se creó una estampida general. Me levanté y empecé a abrir las ventanas y a repartir pañuelos de papel mientras estornudaba. Apenas nos metros después de haber arrancado alguien tira de la anilla y para el tren.
Una mujer reclama al revisor. La pobre revisora estaba en la otra punta del tren y soltó la típica frase "nunca están cuando se les necesita". No sé qué pensar. Si yo fuera revisor preferiría que se mataran entre ellos y llegar cuando ya estuvieran los jovencillos vencidos y sangrantes por el suelo.
Me acerco a uno de los chavales que está quejándose con las manos en la cara y digo un "ça va?" con buena intención que se ve respondido por una especie de quejido. El jovencillo estaba incluso más lejos del chorro de pimienta que yo y parece que hacerse la víctima podría hacer algún tipo de efecto sobre las compañeras del grupo. Creo que no estaba esperando que fuera precisamente yo quien me preocupara. Cinco minutos después quedábamos en el vagón un policía que iba de paisano quien realmente estaba a la espalda de quien sufrió el gas, el hombre que tiró de la anilla que resultó ser un revisor fuera de servicio y yo. El policía comentó que estos niños parecen hechos de mantequilla, que él trabajaba con este gas y no es para tanto. Sus ojos rojos denotaban que sí había estado expuesto directamente al gas. El revisor por su parte dice que tiró de la anilla porque el principal afectado parecía querer salir. Llamó 2 ó 3 veces al control de Vilvoorde y le comentaron que se llevaron al chico al hospital y que el tren no arrancaría. Entonces bajamos y allí estaba la policía hablando con la revisora y el conductor. Ambos se quedaron para hablar con las autoridades.

Los chicos desaparecieron en bandada y les encontré en el andén esperando el siguiente tren. Pasé el resto del trayecto con un compañero del turno de noche y una señora de Cali que se iba a ver por primera vez a su hija en Amberes. ¡Vaya primer viaje para ella!

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