martes, 26 de diciembre de 2006

EL AÑO EN QUE CONOCÍ A YVAN Y ROCÍO

Este es un buen momento, como otro cualquiera, para reflexionar sobre un año entero. Me han pasado cosas importantes como el cambio de tareas en la empresa donde trabajo y con ello de compañeros, el final de la relación sentimental más larga que he tenido hasta la fecha, la obtención de mi primer título en idiomas, mi reencuentro con Isabel o Marimar, mi primer contacto con la exportación de vino, pasó ogame y pasó Travian, Nerea emigrando a Irlanda, Patricia abandonando la empresa, mi hermana enseñando matemáticas, un amigo que se aleja por momentos por propia voluntad...

En este repaso vino a mi mente uno de esos libros que se han dejado leer gracias al préstamo de un amigo, Yvan, "La tierra permanece". Es un libro ameno, rápido y sin alardes; puro entretenimiento. En él se cuenta una hecatombe a la que sobreviven individuos que se ven en la necesidad de formar nuevos núcleos sociales. Cada solsticio, se reunían en un cerro y decidían que, para que no pasaran los hechos sin recuerdo, en lugar de números cada año recibiría el nombre de un hecho relevante. Nadie tendría que decir ¿Qué pasó en el 2003? ¿Año de transición? ¿O el año que perdí mi hogar?
Conforme pasan los años hay cosas que pierden valor o sentido. Tal vez esta lo pierda porque hay amigos a los que la distancia separa pero que permanecen en un estado letárgico. Tal vez sea más afortunado y logre mantener una llama en la relación. No sé que deparará el futuro, pero sí sé que este año se han iniciado dos relaciones con las que me siento muy a gusto y me gustaría que perduraran.
Hoy, sobre mi cerro, asomado a la ventana de mi vida y 3 días después del solsticio, he decidido que este año se llame "El año en que conocí a Yvan y Rocío" y que ese libro que voy escribiendo con cada uno de mis recuerdos se llame "La amistad permanece" En él añadir estas páginas a las ya escritas, activas o no, a la de mi Nerea del alma o a la de mi enorme Alfredo. El querido Tolo, el amado Antonio. Los incombustibles de Orabidoo o la etérea Ana. Aquí empezaría a emular el afamado anuncio de la Coca-Cola pero no viene al caso. Que cada cual aguante su vela, que yo estoy dispuesto a encender todas.

1 comentario:

Anny dijo...

Me alegra saber que éstas personas aún hagan parte de tu valioso círculo de amistades. Escucharte hablar de ellas y haber conocido a Yvan, reafirma mi creencia:"las buenas personas se rodean de buenas personas". Felicitaciones!