sábado, 3 de enero de 2009

El año que Nerea se vino a vivir conmigo

Como cada año desde hace 3, borro el número y le pongo un nombre. Los anteriores sigo pensando que no me equivoqué al elegirlos y seguro que acierto con este. Han pasado muchas cosas que podrían haber dado nombre al año anterior.

El primer nombre sería "La primera vez que pisé Asia", o "Mi primer viaje a India" o tal vez "Cuando formé parte directa de la globalización". Gracias a la compra de EDS por parte de HP, el ajuste de los trabajos hizo que algunos puestos se movieran a la India, entre ellos los de mi antiguo equipo dentro de EDS. Ante la estrategia globalizadora de la multinacional, salió un puesto de formador que tenía que ir a India durante 15 días. Ahí estaba mi espíritu viajero. India me impactó. He aprendido muchas cosas y me ha influído en nuevas ideas en la cocina, visión de la vida y de la religión. Un pueblo tan oprimido por el capitalismo y con tantas ganas de vivir. Pero finalmente no ha sido la elección.

El segundo nombre "El año que me compré casa". Siempre sostengo que la compra de la casa es algo accesorio, que los bienes materiales se pueden vender o alquilar y la vida sigue, pero hay que reconocer que en cierto modo ata. Ahora veo menos factible un cambio a lo loco. Hay que meditar muchas cosas antes de salir de un sitio que consideras tu hogar, en el que te sientes a gusto y te da cierta tranquilidad y estabilidad... pero no ha sido el título.

El tercer nombre "El año de la exaltación de la amistad". Si un hogar es hogar, es porque se hace. No concibo las 4 paredes que me alojan si estuvieran frías. Físicamente lo están. No tengo todavía muebles e irán viniendo poco a poco, así que he dependido de todas vuestras visitas para sentirme como en casa. He llegado a tener una visita cada 2 de las semanas que he estado en Amberes. Voy a destacar sólo a 3 visitas, pero os aseguro que os he necesitado a todos conforme habeis venido. La visita de mis padres que me pusieron cortinas y me dieron un montón de ideas, las dos visitas de Yvan (aunque solo sea por su insistencia) y las visitas de Nerea...

y aquí es donde decido el nombre para el año pasado "El año que Nerea se vino a vivir conmigo". Nerea vive en mi casa desde el el pasado octubre tras dejar Irlanda. Nerea es el ser que más quiero en este mundo. Algunos nombres me vienen a la cabeza haciendo dura competencia, pero 20 años de amistad son una gran ventaja. Desde hace tantos años que nos conocemos y en los que el uno ha hecho de ángel de la guarda del otro, que al final no sé si somos amigos o hermanos. Es más, yo diría que somos como el gordo y el flaco: complementarios. Ha llegado un momento en el que si ella se siente mal, yo me pongo malo, y si yo me siento mal ella se deprime. Somos dos mitades y necesitamos la una de la otra para llorar y sonreir. Es uno de los seres más extraordinarios que me he encontrado y he tenido la suerte de que nos hemos cruzado en la vida las suficientes veces para saber lo mucho que la quiero. Así que aquí estamos, pasando penas y glorias, abrazos y lágrimas, sonrisas y dolores... Ahora tengo una colección de calcetines desparejados y me dejan el paño de la cocina donde yo no lo uso... y vuelvo a mirar mis calcetines y sonrío, y la echo de menos estos días que anda por España. Ya no cogerá rabietas de niña porque no la he mencionado en mi blog y tendré que buscar otra escusa para picarla. Un hogar se llena con corazón, y ella es quien lo llena en estos momentos más que otros a los que también necesito. Los bienes materiales se compran, venden o alquilan, pero los amigos no. Tengo la dicha de saber que tengo amigos porque existe gente como ella.

2 comentarios:

Anerol dijo...

Sin duda este ha sido un año importante para tí. De alguna manera también lo ha sido para mí.
Muchas gracias por acogerme en tu cassa (bueno, en las dos casas) las dos veces que estuve.
Un abrazo enorme

Anónimo dijo...

Nerea, estarás contenta, ¿no?
Enhorabuena pareja, sois increíbles. Un besito. Ana